Título original: Plan B
Países: Argentina
Director: Marco Berger
Reparto: Manuel Vignau, Lucas Ferraro, Damián Canducci, Mercedes Quinteros, Ana L. Antony
Guión: Marco Berger
Fotografía: Tomás Pérez Silva
Producción: Martín Cuinat, Mariano Contreras.

Bruno se entera de que Laura tiene un nuevo novio. Trata de seducirla pero ella no se deja. Bruno descubre que el nuevo novio, Pablo, tuvo una extraña relación con un hombre en el pasado, entonces piensa en un Plan B: seducirlo a él para que deje a Laura y, así, recuperarla.


Críticas

Según Paula Herrera

Plan B es la historia causal de una amistad planeada que evoluciona en otra cosa. Un ex novio decidido a recuperar a la chica encuentra un nuevo interés en su oponente.
Los tiempos de está película están manejados con el arte de la seducción rayando el borde de la histeria que emanan sus protagonistas.

Dos chicos “de barrio” encuentran en la amistad un espacio de intimidad y reflexión, un contacto con sus infancias y una compañía demasiado agradable. A pesar de ello la película avanza y ninguno de los dos termina de hacer explícitos sus sentimientos.
Correspondiendo a la definición, generan grandes expectativas en el espectador que irán concediendo en dosis homeopáticas haciéndonos padecer y disfrutar de las emociones propias de los enamorados.

Siendo la ópera prima de Marco Berger cuenta con un excelente casting, los diálogos son atinados y naturales. La fotografía y la puesta de cámara nos hacen acceder a un espacio cotidiano y despojado de artificio.
Una película que embriaga y da gusto beberla.

Según Nicolás Sorrivas

Azoteas de Buenos Aires. Fotografías en tiempo presente. El escenario de una historia de amor que lejos de ser moderna, más bien se cuece clásica. Plan B, la ópera prima de Marco Berger, pareciera ser la candidata para llevarse el premio del público en la Competencia Nacional de este Bafici. ¿Adónde fue a parar la figura del “macho” argentino? Postales que, por suerte, ya no volverán.

“Si fueras un juguete, ¿cuál serías?”. Con esta pregunta inocente, el protagonista busca acercarse a su víctima para enamorarlo. “Un balde y una palita”, contesta desprevenido Pablo. Y, con su respuesta, todo cambia en los planes de Bruno. La seguridad con que había decidido encarar al actual novio de su ex novia para sacarlo del medio y volver con ella, de repente, le hace temblar las piernas. Y recuerda.

Otros tiempos. Con juguetes de verdad. Donde los chicos transformaban, buscando en su imaginación, palos de madera en espadas de verdad. Con pequeños monstruos hechos de medias a los que les crecía el pelo, figuritas repetidas y difíciles, visores que nos transportaban a otros mundos... con nuestro viejo y querido VHS.

Marco Berger cuenta una historia de iniciación, de experimentación. Pero a diferencia de Glue, la pequeña gran joyita de Alexis Dos Santos, presentada en el Bafici 2007, aquí no hay niños ni adolescentes sino jóvenes-adultos. Y la conexión no puede llegar únicamente desde la experimentación, sino desde el amor, en conjunto, por un tiempo que fue.

Las figuras sexuales propuestas por Berger son lo realmente interesante de este film. Acá no hay putos amanerados. No hay clichés ni figuras cerradas. Pablo y Bruno son chicos comunes y corrientes, que tienen amigos comunes y corrientes, que usan camisetas de fútbol y toman cerveza. Acá no hay rosas ni champagne. Plan B, de pronto, se convierte en la radiografía de una sociedad en plena transformación.

Y uno se deja llevar, arrastrar por las largas conversaciones que mantienen los personajes buscando acercarse a lo que realmente les sucede a estos muchachos por dentro. Es que fiel a su propuesta, Pablo y Bruno son contemporáneos. Viven su vida encerrados entre cemento y ladrillos, entre azoteas que, por momentos, les permiten el vuelo. Pero no pueden expresar aquello que sienten. Y, el espectador es ajeno a esto, hasta el final de la película.

En la última escena, con una escalera de por medio, los verdaderos sentimientos saldrán a la luz dejando de lado nuevos planes y abriendo paso a esa posibilidad que, en un principio, parecía imposible. Es que los tiempos cambian, pero los muchachos están de vuelta.